Tibet y ….

Re-encontrar a viejos amigos es siempre un regalo, una alegría para el alma que con placer y entusiasmo se acelera y parece colmada de dicha de repente al encontrar de nuevo ese rostro, esa mirada, esa voz. Fue toda una fiesta re-encontrar a Maria, Zigor e Ibon. Entre abrazos y risas celebrábamos el comienzo de una aventura en conjunto, hace un par de meses habíamos planeado y calculado con María y Zigor el encuentro para pedalear juntos tierras tibetanas, esta pareja de amigos, llegaban con sus bicis desde Kazajastán. Hace algo mas de un año comenzaron el pedaleo en Algeciras y desde entonces, andábamos con ganas de encontrarlos y compartir con ellos esta forma de vida que tenemos en común. Ibon, un antiguo amigo de Aitor llegaba en avión dispuesto a pasar su mes de vacaciones saboreando este «velo-nomadismo» que tenemos como forma de vida, curioso y con muchas ganas, él fue el primero en llegar al hostal de Xinning que habíamos tomado como punto de reunión traía con el cosillas de la familia y además un añadido, la ropa que Ternua (nuestro sponsor) nos enviaba. Una ayuda enorme tener este apoyo pues prendas de calidad son la base indispensable para poder llevar con alegría cosas como: temperaturas extremas y todo lo que implica una vida como la nuestra.

 El encuentro fue toda una fiesta y tras organizarlo todo, salimos un día después de lo pensado debido a la lluvia la cual, en los primeros días nos tuvo a su merced. Resueltos a llevar a cabo la aventura de acercarnos al máximo a tierras tibetanas y empaparnos de todo lo relacionado con este recóndito país, dieron comienzo los días de pedaleo compartido.

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China quedaba atrás y poco a poco podíamos observar cada vez en más detalles que estas tierras ya eran otras, ascendíamos en altura y todo se volvía más verde, al tiempo que menos poblado, comenzaban a aparecer las primeras estupas budistas y los rasgos, las vestimentas y las formas de hacer y ser de los que nos rodeaban, ya poco tenían que ver con la china que conocíamos.

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Lo que quizá a la vista llamaba más la atención del cambio eran las banderas de oración budistas que coloridas ondeaban al viento expandiendo a través de éste los buenos deseos que en ellas están impresos…¡¡ por fin tierras tibetanas!!.

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Esta zona del Tibet se rindió a la invasión china y debido a ello, el control militar y policial (aunque es mucho más que en otras áreas chinas) es menor y los extranjeros podemos recorrer libres y sin restricciones (aparentes) esta tierras. Unos kilómetros más al oeste todo cambia. El plan era descender por esta zona hasta Laos. En los tres meses que podíamos conseguir con las extensiones de visado, teníamos el tiempo justo pero suficiente para recorrer el altiplano y descender después a las zonas más tropicales del sur de china, Yunan.

Según se sucedían los días y pasaban los kilómetros nos adentrábamos más en ese otro mundo con que tanto habíamos soñado: el altiplano tibetano.

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Después de la dureza de Mongolia y con tanto que contarnos unos a otros, los días de pedaleo se reducían a la mitad de lo pensado, los desayunos y comidas se alargaban charlando tranquilos, mas paradas, mas tranquilos, mas suave, parar antes y salir después…. lo que iba a ser casi un reto se convirtió por si solo en unas vacaciones de las rutinas del pedaleo, del hacer muchos kilómetros.

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El hecho de pasar por estas tierras en verano nos hizo coincidir con multitud de festivales, comidas y celebraciones en las que parábamos a cotillear, mezclarnos y disfrutar con ellos del buen tiempo, del verano que en las tierras altas es algo para celebrar, un tiempo para relajarse y disfrutar y así hicimos nosotros también.

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No podíamos creer que ya hubiera pasado casi un mes desde que nos encontramos en Xinning, los días habían pasado veloces mientras nosotros pedaleábamos tranquilos y llegó el momento de dejar las bicis en un pequeño pueblo del altiplano, para bajar a la gran ciudad a hacer la primera extensión de visado que nos permitiría volver a retomar las bicis y continuar esta incursión en las alturas. La siguiente parte sería la más dura de los tres meses que nos iba a tomar llegar a la frontera con Laos y andábamos con ganas de un reto, de empezar a darle a las piernas y juntos cruzar los altos puertos que nos esperaban, las bellas tierras que sabíamos teníamos al frente, iba a ser duro pero seguro que al tiempo gratificante.

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El viaje, es algo que uno decide en principio pero a veces parece tomar vida y rebelarse contra aquel que lo trazó y replegándose en si mismo, se reinventa y parece que de repente fuese el, el viaje el que te llevara a ti, el que te indicase por donde y cómo sin permitirte tomar parte ni decir más que «si, de acuerdo….que le vamos a hacer» mientras continuas avanzando hacia donde no te queda otro remedio que ir.

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Algo así nos sucedió….. os cuento:

En la oficina nos informaron que el gobierno, desde el 1 de Julio había modificado la ley de inmigración y turismo la cual ahora, restringía aún más el tiempo de permanencia y condiciones de los extranjeros en el país, y que sintiéndolo mucho, nos daban un mes más del cual 9 días tendríamos que estar allí esperando a que se procesase la extensión y que además ese sería el último, pues, a partir del cambio lo de extender tu visado por dos meses era una utopía: un mes y punto.

Eso echaba todos nuestros planes por tierra pues necesitábamos una segunda extensión para poder llegar a la frontera con Laos, sino era imposible pero, la negativa era rotunda.

Fue entonces que decidimos irnos a Hong Kong pues es allí donde más fácilmente se consiguen visados chinos de largo tiempo y donde quizá pudiéramos conseguir una visa rápida y barata. No había mucha mas opción que esa y tomamos al día siguiente un tren que tras 46 horas de viaje nos llevó a la frontera. Entrar en Hong Kong no tiene secreto ni problema y con un sello y sin preguntas de ningún tipo ya estábamos dentro de lo que resultó ser, el centro de compras y negocios más grande que nunca vimos.

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Altas torres, altísimos rascacielos en una ciudad en que para mirar al horizonte uno tiene que elevar la vista al cielo. Demasiada ciudad y gentío para nosotros pero, en un día todo estaría hecho y andaríamos de vuelta o eso creíamos en un principio.

Todo anduvo suave como la seda y aparentó harmonioso hasta el momento en que nos cayó la noticia: los chinos daban el visado a Maria y Zigor pero a Aitor y a mí, nos lo negaban alegando que nos consideraban sospechos de haber hecho algo ilegal en china…..

¡¡¡¡¡¡…….!!!!!!!                                       no dábamos crédito a lo que oíamos                                ¡¡¡¡¡¡¡………..!!!!!!!!

                                                                                          ¿queeeeeee?

¿sospechosos?, ¿nosotros?, ¿de qué?, ¿porqué?… ¿cómo? y… ¿entonces?, pero…¡ no puede ser!… ¿queee?,¿sospechosos?, ¿nosotros?, ¿de qué?, ¿que diiicen?…..(y Aitor: “la ooostia”)

todas nuestras preguntas finalmente tuvieron respuesta: nos consideraban sospechosos por haber pasado dos meses en china anteriormente. El problema aparente no eran tanto los dos meses sino el lugar: la provincia de Xinjian (todo lo que recorrimos desde Kyrgyzstan hasta llegar a Mongolia), es decir un área políticamente problemática (podéis ver la entrada en la que explicamos un poco sobre la zona). El simple hecho de haber estado allí dos meses nos convierte en sospechosos y parecía ser motivo suficiente para que nos denegaran el visado.

Así fué que nos encontramos en Hong Kong, sin posibilidad ninguna de entrar de nuevo en china, lugar donde estaban nuestras bicis y todo lo que llevamos. ¿Y….. ahora que?

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¿que? pues…. que de nuevo tenemos suerte, María y Zigor estaban con nosotros y a ellos, si les dieron el visado pues no habían recorrido esa zona calificada de «sensible» por los chinos. El plan C no tardó en activarse y tras un buen puñado de horas frente al ordenador mirando opciones, vuelos, paises, temporadas de lluvias….. compramos un billete de avión al destino más barato: Kuala Lumpur (la capital de Malasia) lugar desde el que os escribimos.

María y Zigor decidieron sacrificar su visado y la oportunidad de pedalear el resto del Tibet y renunciando a ello, salvarnos el pellejo. Hicieron maravillas, malabares para viajar con las 4 bicicletas y tooooodos los kilos de bultos que llevamos entre todos (unos 216 en total) tras negociaciones, largas esperas y un sin fin de obstáculos, consiguieron traer todo a salvo y colorín colorado…. el cuento chino ha terminado.

Si, gente, aquí estamos…. de repente de un salto en el sur del sudeste asiático, a más de 4.000kms de dónde teníamos planeado estar.

Si una cosa hay que hacer para poder viajar por el mundo es flexibilizarse, no empeñarse en que todo sea como uno quiere y permitir que sea cuando nada puedes cambiar y aceptar con alegría lo que viene, de otro modo…. estás apañao.

Tibet fue un dulce, sabroso, delicioso caramelo que duró tan solo segundos en nuestro paladar y que de un momento a otro, se volatilizó dejándonos tan sorprendidos como con ganas de más.

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Con la cabeza gacha y aún haciéndonos al cambio estamos, con el mapa delante reinventando el viaje, dispuestos a pedalear, a pasar pagina y disfrutar del trópico aunque para ello antes, hemos de terminar de adaptarnos al pegajoso calor tropical, a los mosquitos de nuevo pero….. entre papaya y mango…. todo se hace más llevadero.

El viaje ha cambiado de dirección y ahora subimos hacia el norte: Thailandia , Camboya y Laos son los próximos destinos y la ruta….. por si sola se irá formando pues en esta esquina tropical del mundo, viajar es bastante mas sencillo.

2 comentarios en “Tibet y ….

  1. Laura!!!! Tus aventura siempre sorprenden!
    …Pero ya sabes, todo es por algo…Lo que te puedo decir es que a mi Malasia me ha encantado…si teneis la oportunidad de viajar a alguna isla y bucear por allí es maravilloso! Aún mas que Thailandia!
    Suerte chicos y confianza porque el Universo os acompaña siempre!

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