Nos habían hablado ya tanto de los Serbios que llegamos al país curiosos de saber hasta que punto era real todo lo que nos habían contado y, como ya pasó al entrar en otros paises, resultó que nada tenía que ver con la realidad. Ellos mismos (los propios Serbios) nos contaron que son conscientes de su mala fama respecto al mundo y en alguna charla al atardecer debatimos sobre como solemos a menudo juzgar a los paises por sus políticos, por la actuación que estos tienen; los que dirigen el barco pero, el resto, la población (que son finalmente el país) tan solo rema lo mismo aquí que en Bosnia, en Africa que en Pakistán, solo reman guiados por sus gobernadores y en definitiva vamos encontrando que traspasando las diferencias que nos genera la cultura, la religión, el clima… somos todos lo mismo… gente.
Gente que quiere ser feliz y no quiere luchar en guerras, que se moja cuando llueve y le molestan los mosquitos. Gente que quiere ser feliz y vivir lo mejor posible . Finalmente l@s mism@s.
Serbia es un pais ortodoxo y, si algo hemos descubierto es que al igual que los musulmanes son hospitalarios por religión, es decir, su religión les pide expresamente cuidar a los viajeros y así hacen en su mayoría estas gentes grandes y fuertes los cuales disfrutan bebiendo cervezas en la tarde, se acercan al viajero y cuando hablan miran a los ojos.
Hemos coincidido al atravesar Serbia con la pascua ortodoxa fecha muy importante que celebran en reunión familiar donde comen entre otras cosas huevos cocidos pintados de brillantes colores y decorados de mil llamativas formas. El ritual consiste en chocar unos a otros el huevo elegido y según se rompa o no, será un indicio de salud y suerte para el año.
Hemos cruzado el país con las alforjas llenas de huevos de colores que nos iban regalando aquí y allá. Los huevos estaban cocidos y nosotros….pasados por agua pues si en el comienzo del viaje nos pilló el frío, ahora ha sido el tiempo de las lluvias.
Serbia al igual que Bosnia nos ha dejado con las ganas de volver, conocer y recorrer más y más estas bellas tierras.
BULGARIA
Si algo nos ha ofrecido Bulgaria ha sido la primavera.
Tras las lluvias Serbias y el frío entramos en este país que nos recibió con una larga y empinada cuesta y calados hasta los huesos llegamos a la capital, Sofía. Tras ello y, una vez bajamos al llano en el que los Balcanes (las montañas) terminan…. ¡¡¡llegó la primavera!!! en tan solo un día cambiamos de estación.
Flores, verdes, olores dulzones, la visión de los interminables campos amarillos, los árboles violetas, blancos, rosados…. amapolas y tulipanes de brillantes colores, la comodidad de pedalear en manga corta y sentir el sol de nuevo calentándonos suavecito. Disfrutar de ese momento mágico que es el atardecer y la aparición de las estrellas tranquilos, sentados. Estas temperaturas significan calidad de vida para nosotros.
Ambos coincidimos en la percepción de las gentes Búlgaras como fríos y distantes, rudos y serios, escurridizos a la hora de mirar… ¿quién sabe si es el legado de tantos años de esclavitud y sometimiento a los Turcos?.
Hemos cruzado el país sin apenas contacto ni acercamiento con ell@s, saboreando la primavera, la tierra y la abundancia de vida que en esta época milagrosa brota en cada recodo del camino y engrandece el alma que parece nutrirse a través de los sentidos de todo cuanto la rodea.
Estamos de celebración ¡¡¡ ha llegado la primavera !!!.