Hay un dicho en Farsi que dice «hablar a cerca de la dicha es ya media dicha». El Farsi es un idioma que en muchas de sus expresiones parece más poesía que lenguaje está lleno de bellas expresiones y semejanzas que usan para comunicarse, tantas que casi se podría escribir un libro enumerándolas.
El viajar con mahdi nos ha brindado oportunidades, entre ellas estar más cerca de la gente como por ejemplo acercarnos y compartir con los nómadas de las «tiendas negras» los cuales nos contaron cómo viven, cómo se han convertido en una especie en extinción pues, los hijos no quieren heredar más esta vida y prefieren ir a la ciudad, tener un trabajo y una televisión, un ordenador y finalmente cambiar su libertad por un montón de deudas en el banco. Nómadas que nos ofrecieron deliciosos lácteos preparados con las fórmulas tradicionales que en algunos de ellos lleva dias el llegar a conseguir la delicia final. Té, pan y lácteos compartidos mientras preguntábamos y nos preguntaban quedando ambos maravillados con la vida del otro y sintiendo una hermandad: la de aquellos que no viven en un sitio fijo, que su vida sucede en movimiento y en contacto directo con la naturaleza.
Pudimos acercarnos a ganaderos, a curiosos personajes de remotas villas en medio del desierto y charlar, comunicarnos y comprender realmente quienes son y cómo viven. Encontramos en las montañas a un místico sufí que lleva 27 años viviendo en la naturaleza y durante toda la mañana bajo un enorme árbol de más de 600 años, nos abrimos los unos a los otros, compartiendo sueños y creencias, aprendizajes e inseguridades. Sus definiciones sobre la vida y el islam nos sorprendieron y descubrieron una nueva forma de entender ésta religión. Definía «misticismo» cómo «el lado artístico de la religión» y nos decía mirándonos con una serena mirada:
«-Hay gente que reza por ir al cielo……comerciantes, algunos por no ir al infierno….esclavos, hay otros que rezan por todos, para todos…..ese es el verdadero rezo.»
También gracias a Mahdi nos hemos tomado más libertades pues él, nos iba diciéndo dónde estaba el límite de las normas, de todo ese montón de leyes que prohíben casi todo en un país de gentes con mentes libres a los que después de luchar por una revolución en busca de más libertad, de más desarrollo, les cayó encima la losa de una dictadura religiosa que los tiene atados de pies y manos.
Dos vidas, casi todos viven así, forma parte del hecho de vivir en este pais. En la calle casi todo está prohibido y vigilado, dentro de las casas todo cambia y se permiten ser y soltar todo ese peso impuesto, la libertad de puertas afuera no existe y es algo que hay que aceptar y llevar de la mejor forma posible. Así se vive.
En esta segunda parte hemos tomado (al igual que en la primera) casi todo el tiempo carreteras secundarias que nos apartaban de la general y nos elevaban en las montañas que bordean el desierto haciéndonos sufrir algo más pero esquivar el calor; estar más lejos de la gente, pero más cerca de la naturaleza. Hemos hecho muchos más kms de los pensados y finalmente aprovechado hasta el último día la extensión de visado, total, 2 meses.
A medio camino entre Teheran y Mashad, el primer contacto con el desierto nos hizo empezar a experimentar crudamente su dureza. A mí me llevo hasta el mismo limite de la resistencia y nos hizo empezar a buscar y aprender las artes de vivirlo y sobrellevarlo y empezar a prepararnos así para el reto que en forma de contrareloj teníamos ya a la vuelta de la esquina:
Turkmenistan: 7 días, 700kms, viento en contra, malas carreteras, dos fronteras y un desierto en pleno agosto.