Hace tiempo que teníamos ganas de adentrarnos en el Kurdistán, éste país del que hasta hace poco fue considerado un crimen pronunciar su nombre.
«Se de un hombre» nos contaba nuestro amigo Hasan «que fue arrestado por silbar una canción tradicional kurda» Y en la mayor parte de los casos arrestado significa apaleado, por supuesto. Hasta ese punto han llegado los sinsentidos en estas tierras.
Es obvio que son otras gentes, otras costumbres y formas incluso de tratarse unos a otros. Una población mucho más empobrecida (aunque bajo sus pies haya enormes cantidades de uranio y petroleo) que vive en su mayor parte del campo y para la cual encontrar trabajo significa viajar al oeste o salir a Europa porque aquí…. no hay nada.
Mientras Turquia sube como la espuma, los kurdos se quedan con las migajas pero…aún solo con estas el cambio ya es notable si comparamos su realidad actual con la de diez años atrás.
En estas tierras kurdas de calor y sudores, las gasolineras han echo las veces para estos dos viajeros de «karavanserais». Oasis en los que hemos dormido la mayor parte de los días, dónde nos han aprovisionado siempre de agua fresca, té caliente, sombra, conversación, y hasta en alguna nos han obsequiado con cena y ducha. Las gasolineras han sido los espacios de encuentro social (junto a los salones de té) a la hora del mediodía cuando el sol achicharrante no perdona bajo ninguna escusa al que osa a salir.
En tiempos de calor uno ha de cambiar horarios, levantarse tan temprano como puedas y antes de que el sol asome estar ya pedaleando por un mundo que con «la fresquita»parece mas amable, sabroso y acogedor. A eso del mediodia parece que el asfalto comienza a pegarse a las ruedas y esa es la señal de que ha llegado el momento de parar. Comida, siesta… horas que rellenar mientras esperamos entre chorros de sudor a que bajen las temperaturas para volver al ataque, sin mas que hacer que buscar el rincon mas fresquito y permitirse ensoñar lo maravilloso de una sandia fresquita en los días de calor, el lujo de una piscina o de algo tan simple como poder quitarte la camiseta o el pantalón largo, lo cual aquí es algo impensable.
Hemos encontrado estas tierras más conservadoras que Turquía en cuanto a religión se refiere, lo cual ha significado que el trato con las mujeres ha sido mas bien escaso, y presiones sociales de diferente tipo se han acrecentado pero, con paciencia y humor este lado más dificil (para nosotros que hemos crecido en otro tipo de sociedad más libre y permisiva) se va llevando como se puede aunque, en algunos momentos nos ha llevado casi a perder los nervios.
Otro «algo» que cambió fueron los niños, si. El echo de que en las familias aun tengan 5, 6, o incluso 10 hijos, hace que los niños se crien más en la calle, entre ellos y eso, los hace mas vivos, despiertos, incluso a veces asalvajados. El ver una panda de 3 0 4 al lado de la carretera generalmente significa problemas pero con un par de gritos y el palo de madera con el que sujetamos la bici…..mágicamente….todo vuelve a la calma (más que un palo parece una varita mágica que amansa niños y perros con solo alzarlo al aire).
Curiosos cuándo hemos encontrado a alguien que hablaba inglés, le hemos arrollado con un montón de preguntas sobre el conflicto kurdo-turco y, si algo hemos aprendido de nuevo, es la enorme manipulación a la que los medios de comunicación nos tienen sometidos y cuán diferente es el mundo real del que nos cuentan. Nada que ver.
Al salir de Urfa nos dirigimos al lugar que en principio nos hizo decidir hacer esta curva tan al sur: «Goblekitepe». El templo más antiguo de la historia de la humanidad que data de 12.000 años de antiguedad. Descubierto en los 90 está siendo escabado por alemanes y turcos los cuales han coseguido sacar a la luz tan solo un uno por ciento de este misterioso lugar que esta reescribiendo la historia de la humanidad. En éste sur del Kurdistán hay un montón de historicos y peculiares lugares que visitar y de los que hablar por lo que, lo dejaremos en una recomendación como zona para visitar sin prisas.
Continuando con nuestro avanzar, subimos a las montañas de nuevo para esta vez, quedarnos en las alturas, en las cercanias del lago Van dónde a mas de 1500m. de altitud la temperatura se suaviza, bajo la sombra uno encuentra el fresco, el sol resulta mas amigable y el verde alimenta al alma y el espíritu aún acalorado. Aquí no hay tantas ruinas ni historia pero aunque cueste creerlo, aún queda algo de nieve en las cumbres de las montañas que bordean este enorme lago que nos a acompañado los últimos días y ha sido la belleza natural, la que de nuevo nos ha impactado.
Las estamos ya dejando atrás pues estamos a día y medio de pedaleo de la frontera con Irán. Atrás están quedando estas tierras kurdas que fueron aquella Mesopotamia de la que hablan los libros, esta zona del mundo en que Irak, Irán, Siria y Turquía no saben donde empieza uno y termina el otro bajo los pies de esta comunidad de gentes que aún nadie sabe porque ha sido masacrada, atacada, acallada y maltratada desde tiempos inmemoriales.