México lindo

– A ver si tengo miedo????

Por supuesto que lo tengo, como todo el mundo. El miedo es bueno siempre y cuando lo tengas bajo control, y no dejes que el te controle a ti. Me ayuda a estar atento, alerta en situaciones que debo estarlo. Es un buen compañero de viaje.

Hola gente,

Después del frío que pasé en el cañón del Colorado, aceptar la invitación de descansar unos días en casa de Sue, en la ciudad de Flagstaff fue un regalo. Una cicloviajera que le encanta moverse y conocer lugares a lomos de su bicicleta. La conocimos en Missoula y desde el primer momento tuvimos muy buen feeling.

Necesitaba un buen descanso, relajarme, dejar de sentir frío por unos días, dejar de tener los músculos de todo el cuerpo en tensión para no perder calor y tener tiempo de coger el mapa de México y decidir por donde entraría, y a groso modo planificar los lugares que quería visitar.

Compartiendo con Sue y la familia cicloviajera Francesa una cena.

Fueron 5 días de amenas conversaciones, planes y sueños que algún día nos gustaría hacerlos realidad. Una suerte encontrarme con ella otra vez.

Finalmente no pude conseguir la cámara nueva, por lo que la primera parte de México, no pude hacer una de las cosas que más disfruto en el viaje. Sacar instantáneas de los lugares y gentes del lugar.

La última parte de Arizona fue diferente a lo que había conocido en Estados Unidos.

Demasiado patriotas para cosa buena en el sur de Arizona.

Carreteras más estrechas, tráfico menos respetuoso, y el sentir que la gente me ignoraba totalmente. Lo bueno es que elegí una ruta por donde pasaba casi todo el rato por «National Forest», donde acampar es totalmente libre y no te tienes que preocupar de si alguien va a venir a decirte que no se puede acampar.

La experiencia con la gente fue tan decepcionante que el último día que pase en este hermoso país decidí dormir debajo de un puente que construyen para evacuar el agua debajo de las carreteras. Los había utilizado por primera vez en el Tibet, para protegerme del viento y del frío, y siempre es un as que tengo bajo la manga para dormir tranquilo y a salvo.

En México me decidí por la sierra madre occidental. Cuando veo una sierro o cordillera montañosa me pongo cachondo por dos razones. La primera porque me encantan las montañas, y segundo porque suele estar habitado por gente honesta, tranquila y humilde que siempre está dispuesta a echar una mano. Por el contrario suele ser dura, mas duro que los llanos, física y sobre todo mentalmente. Pero tengo la suerte de haber aprendido a motivar y engañar un poco la mente cuando la cosa se pone dura.

Entré por Agua prieta, pueblo fronterizo pequeño, y elegido a conciencia, pues no me gustan las fronteras y cuanto más pequeño sea la población más tranquilo ando.

Después de haber cruzado Alaska, Canadá y EEUU sin haber dormido en ningún hotel por lo caros que eran, aquí en México volvían a costar un precio razonable y me tomé tres días de descanso para comenzar a aprender palabras y jerga Mexicana. Y sobre todo a darme cuenta que los Mexicanos tienen un humor que me encanta y que las risas no iban a faltar en toda la ruta.

Cuanto más preguntaba más dudas y miedo me entraba.

– Por la Sierra Madre??? No manches güey!!!! Es zona es de narcos y te van a asaltar y robar todo lo que llevas, sino es que te matan!!!

Respuestas como esas eran las que obtenía cada vez que preguntaba. Quería escuchar que no era tan peligroso, y agarrarme con todas mis fuerzas a eso. Y al final la obtuve.

Era común ver balas tiradas en la carretera.

Conocí a un Colombiano que vino desde su país por tierra hasta acá y se quedó. Me llevó a cenar y ahí me contó como funciona el mundo de las drogas.

– No te preocupes Aitor, ellos están aquí para cosas mucho más grandes que robar a un turista que pasa en bici. Con el contrabando de Cocaína, opio y Marihuana ganan miles de dolares diarios, y lo último que quieren es poner otro foco más sobre ellos por haber matado a un extranjero. Tu simplemente pedalea de día, en la noche se mueven ellos. En cada pueblito, a la salida, entrada y puntos estratégicos de la zona tienen a personas controlando quien pasa. Si te preguntan di la verdad, que eres un viajero y cuéntales lo que haces. Pero no preguntes sobre tema de drogas y cosas parecidas. Y sobre todo duerme siempre donde haya gente, ellos saben lo duro que está el tema y cuidarán de ti.

SSSSSIiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!! eso quería escuchar. Gracias amigo.

Los bomberos siempre me han dejado dormir en sus instalaciones, tratándome como a uno más de la familia.

Que suerte haber elegido estas tierras, cada vez que llegaba a un pueblecito o ranchito como le llaman ellos, ere bienvenido y enseguida me daban un lugar para poder acampar seguro y tranquilo e incluso me invitaban a sus casas a dormir.

Han sido años de muchos muertos, los jóvenes no tienen futuro y cuando tienen la oportunidad se meten en estos grupos, trabajan como sicarios. Matan por nada a cambio de formar parte de un grupo, una banda o hermandad donde se sienten importantes y apreciados por primera vez en su vida.

En la barranca del cobre al final tuve la oportunidad y la suerte de coincidir con Hugo y Begoña, dos cicloviajeros Donostiarras que llevan pedaleando 5 años por el mundo.

Como dice el protagonista de «Dersu Uzala» en la película:

– Gente, buena gente.

Una pareja que no tiene la necesidad de venderse, por lo que no se columpia exagerando o mintiendo cuando cuentan las historias que les ocurre durante el viaje.

Granjero Menonita que nos invitó a acampar en su jardín.

Viajamos juntos algo más de dos semanas, el compartir el día a día con alguien te da para aprender cosas interesantes, y yo me apunté para mi y aplicarlo en el viaje ciertas cosas que hacían y me parecían interesantes.

Foto cedida por Begoña y Hugo.

Gracias amigos por compartir.

En el desierto las plantas cada cual es más bonita.

Después de cruzar la sierra, pasé por ciudades coloniales como Durango, Zacatecas, Guanajuato, San Miguel de Allende… Edificios y construcciones de verdad bellas, donde los Mexicanos me regalaron la hospitalidad propia de esta nación y sobre todo su buena onda.

Desde hace tiempo tenía en mente escalar el volcán Citlaltépetl, y renombrado por los Españoles como Pico Orizaba de 5.636 metros de altura. Siendo el pico más alto de todo Norte América era el plan perfecto para pasar las navidades.

Sin ningún tipo de aclimatación me decidí a escalarlo del tirón. Por fin saqué las botas de escalada que llevo en las alforjas para ocasiones como esta. Subí en bici hasta el refugio de de la cara norte situado a 4200 metros. Menuda paliza, la última hora sufrí más de lo que pensaba, y una vez allí me dediqué a hidratarme y comer. Dicen que la altura quita el hambre, pero a mi la verdad que creo que me la pone más. Me metí entre pecho y espalda un plato, bueno una cazuela donde cociné 400 grs de pasta. Y de ahí a la cama.

Salí a la 1 :15 de la madrugada, solo pero con una luna grandísima que me acompaño en toda la subida. Por lo que me dijo la gente y ya que iba sin aclimatarme calculé subirlo en 6 horas, pero me encontré tan bien que ya estaba en la cima para las 4:45. Soplaba un viento bastante fuerte y la sensación térmica era de -12. Decidí esperar casi dos horas para ver el amanecer, y tengo que confesar que aunque estuve saltando, gritando, tiritando… para no perder frío, nunca en mi vida pasé tanto.

Después de todo eso, el ver como asomaba el sol por el horizonte es algo que no voy ni a intentar describir. Me sentí afortunado otra vez de estar vivo y estar haciendo lo que realmente quiero y disfruto.