Kirigistán (las montañas)

A Kyrgyzstán que lo podíamos haber pasado en poco más de 400 kms, le hemos pegado finalmente la vuelta entera, como los buenos toreros.

Tardamos 12 dias en recorrer el país de sur a norte; buen asfalto y casi nada de viento hicieron que fuera una delicia pedalear. Encontrar de nuevo la llanura hizo que los kms volaran bajo nuestros pedales, las piernas acostumbradas ya al terreno duro de la pista, a las cuestas y a pedalear a mucha altitud, parecían poder descansar aún al tiempo, que le daban a los pedales, el esfuerzo para avanzar ahora era mínimo. Es lo bueno de pasar por terrenos duros, después todo se vuelve fácil.

A unos 200kms de Biskek empezaron los problemas que derivaron en la muerte de mi bicicleta. Todo comenzó con la horquilla, descubrimos justo antes de subir un largo puerto que estaba partida. Aún estoy agradeciendo pues la bajada tenía casi 50 kilómetros y bastantes baches por lo que podría haberme pegado un castañazo serio.
Al vernos a un lado de la carretera con todos los bartulos por el suelo y las caras bien serias, un coche paró. Un par de grandes y robustos hombres con grandes abrigos oscuros se bajaron.

En una mezcla de inglés-ruso-señas comprendimos que uno de ellos era un jefazo de la obra de arriba del puerto, estaban arreglando el tunel de la cima y nos ofreció cargar la bici en su coche hasta allí, dónde uno de los soldadores nos la repararía.
No dábamos credito a lo que oíamos, ahí en medio de la aparente nada y justo en ese momento, este hombre nos había aparecido como salido de la lámpara del mismísimo Aladino….. ¿que más podíamos pedir?.
Rápido, perfecto y gratis todo quedó solventado y además, encontramos dos nuevos amigos.

Pero eso no fué todo. Llegábamos a Byshkek cuándo me pegué un trompazo de esos tontos que te hacen sentir más enfado que dolor tras el golpe: un coche nos sale de golpe de una casa en el lado de derecho de la carretera y arranca sin pensar siquiera un momento en cedernos el paso, o en que veníamos fuerte y nos iba a hacer frenar hasta casi parar para que el pasase cuando, teníamos preferencia; pues nada, el coche se cruza delante de nosotros para incorporarse al lado contrario de la carretera. Ya le habíamos visto de lejos y conocemos como se conduce aquí por lo que sabíamos que no nos iba a tomar en cuenta y pudimos esquivarlo sin bajar mucho la velocidad. Enfadada e indignada empecé a gritarle al hombre mientras continuaba avanzando:
-¿Pero que hace? ¿que haces? La madre que le parió al tio huevón, ¡¡ la madre que te parió !! ….
Continuaba soltándole al hombre mi retaila cuando de repente, ¡¡¡zas!!! la rueda delantera toca la de Aitor que justo iba delante
y eso, cuando vas en bicicleta, significa besar el asfalto.

El golpe no fué muy duro para el cuerpo pero resultó ser el final de la bici. Ante nuestra sorpresa descubrimos que el cuadro en su parte trasera, en el tirante entre el plato y la rueda, tenía una raja bien larga.
Este es el motivo amigos, de que los que pedaleamos el mundo para largo y con poco, por países dónde no se encuentra de todo y con bicis pesadas que además, van sufriendo normalmente de terrenos duros, prefiramos el acero, porque se puede soldar. El cuadro de mi bici nepalí es de un aluminio de muy baja calidad y aquí estaban las consecuencias. Era el final.
Para acortar una larga historia, os diré que tuvimos suerte, encontramos un cuadro casi, casi de mi medida y en un remix entre partes viejas y nuevas, la antigua bici se reencarnó al instante y como por arte de mágia, en una nueva compañera que además, no salió cara.

Tras la estancia en Biskek giramos rumbo este hacia el “Izzy-Kool” un enorme lago de unos 200kms de largo del que todos los kyrgyzs andan bien orgullosos y que a nosotros nos sirvió de terreno de entrenamiento. Usamos el darle la vuelta completa al lago para hacer series y poner las piernas fuertes, pues desde ese punto se acababa de nuevo el asfalto, ahí comenzamos a bajar rumbo sur de nuevo a través de duras pistas, caminos de piedras, baches a los que se unían algunos empinados cuestones pues volviamos a las alturas; nos dirigiamos a otro pequeño lago, menos famoso y más remoto, “Song-kol” (a 3100m.) el cual nos cautivó con su belleza. El lugar en sí se hallaba entre enormes praderas de un intenso verde que se perdían en el horizonte, llenas de caballos, ovejas, vacas y yurtas, ni coches ni carreteras…. parecía que nos habíamos trasportado a los tiempos de Gengis Khan cabalgaba aquellas tierras y decidimos quedarnos un día a descansar en tan bucólico lugar. Todo el sufrimiento de la durísima ascensión habia merecido la pena.

Encontramos que aquí la gente era totalmente diferente a lo que habíamos visto hasta ahora, no había ese interes por el dinero. Muchos turistas habían pasado por la ruta que tomamos hacia el norte, el enorme lago cercano a Biskhek es un típico sítio turístico y los nómadas habían descubierto el negocio y olvidado la hospitalidad pero, aquí la cosa era diferente y comenzábamos a tener un trato más humano.

Una bonita ruta con algo más de 400km que nos llevó a cerrar éste círculo que con nuestro avanzar estamos dibujando en el mapa de éste bello país. Una vez cerrado el círculo nos hayaremos a pocos kilómetros de la frontera dónde pasaremos al siguiente de los “-tanes”: Uzbequistán.

Kirgistán

Horrores. Nos habían contado verdaderos horrores el par de ciclistas franceses que encontramos en China. Viajaban por separado pero coincidieron exactamente en la descripción de la pista de tierra y piedra, que por 240km tendríamos que coger una vez pasada la frontera para llegar a Osh.

Uno de ellos incluso nos había dicho que lo mejor era coger un camión, y que era lo peor que había enfrentado en su vida…. ¡¡…!!…..

A mi bici le castañeteaban las palancas de freno sólo de pensarlo y a mí, algo dentro se me desinfló y se me hizo chiquito, creo que fué el valor.

 

-No problem, no problem, little by little, we are not in a hurry.

(no hay problema, poco a poco, no tenemos prisa).- le decía Aitor. A él nunca parecen afectarle demasiado los terrenos horribles o las altas montaña, es más, de alguna misteriosa forma le motivan.

 

El hombre respondió con una mirada dirigida a mí, que asemejaba la que alguien echaría a un inocente condenado a muerte y no dijo nada más, se montó de nuevo en la bici y continuó pues Pekin aún está lejos y según decía, no tenía tiempo que perder. Era uno de esos cicloviajeros que tienen en su mapa todas las etapas marcadas, que recorre 120km al día pase lo que pase y encuentre lo que encuentre en su camino. Tiene el tiempo contado y su recorrido es más una prueba física, que un avanzar por el mundo por el puro placer de hacerlo, sin más.

 

La pista fué finalmente dura si, pero lo que la rodeaba en esa planicie a los más de 3000m de altura, era tan bello e impresionante que hacía olvidar la dureza del terreno.

 

Verdes praderas que todo lo alcanzaban y se extendían como infinitas alfombras verdes hasta acabar allá a lo lejos, al pie de las blancas, blanquísimas montañas nevadas que hacían de horizonte allí donde mirásemos. Riachuelillos serpenteantes dotaban al terreno de un toque bucólico, de cuento; éstos, a veces transparentes y otras tan rojos que parecían ser la misma sangre de la tierra, nutrían y daban vida a los rebaños de caballos, vacas, ovejas y yaks que pastaban tranquilos aparentemente ajenos al mundo.

Nómadas, los únicos habitantes de estas altas regiones que a veces en grupos y otras aislados, viven en sus Yurtas que de Marzo a Noviembre salpican la llanura.

 

En los contactos que tuvimos con ellos, encontramos siempre gentes vivas, muy vivas con los que a menudo reímos mientras nos atiborranban de pan, yoghourt, una especie de densa y suave nata, y “kumis” su bebida más típica: leche de caballo fermentada que sabe a horrores pero que según juran, hace a los hombre potentes y viriles.

Montañas y valles, viento suave en la última parte de la pista que tras un par de puertos, nos llevaría ya en tierras más bajas a encontrar algo que hacía mucho no veíamos: árboles.

 

El momento en que tomamos de nuevo el asfalto que en poquísimos kilómetros nos llevaría a Osh, fué algo a memorable ….uuuuuummmmmm….. que suavecito y que ligereza….. mmmmmmm que amorosa forma de avanzar…… las articulaciones de todo el cuerpo que ya estaban casi desconyuntadas del traqueteo parecían recitar un “OM” a unísono… ……..OOOOOOOOOMMMMMMMMM……..