Unas fotos de Bosnia.

Pueblecitos que salpican las montañas, siempre con sus puntiagudas mezquitas que parece quisieran pinchar el cielo.

 

Los cementerios hacen de parques en la ciudad, y los parques en su tiempo fueron usados como cementerios.

 

«Burek» la comida tradicional Bosnia convertida en fast food pero,                                                   ,                                                           este fué echo con amor, en casa y especial para vegetarianos……..mmmmmm…….una delicia.

 

¿Un cafelito?

 

Cada día, llueva o truene, desde la mañana a la noche un grupo de hombres juegan y discuten, opinan y disfrutan una partida al ajedrez en la plaza.

 

Atardecer en Sarajevo, desde la colina que arriba del cementerio de jóvenes corona la parte vieja.

 

Un atajo hacia Serbia en que nos encontramos nieve y ¡¡19 túneles en 20 kms!!.

 

Realmente un maravilloso país en que hemos disfrutado desde la primera a la última pedalada.

 

Bosnia Herzegobina

«Dejemos el pasado atrás», este ha sido uno de los comentarios que más se ha repetido en todos los encuentros con Bosnios que hemos tenido. La mayor parte de ellos gente joven, a través de los cuales hemos aprendido bastante de la realidad actual y algo de lo que pasó.
Fué impactante cuando Amela en «Jajce» (un pueblecito amurallado rodeado por cataratas, algo digno de visitar en el corazón del país) nos contaba como fué expulsada junto a su familia de su pueblo y fueron forzados a ser «refugiados» en otra zona de su mismo país. En ese viaje, cuando eran trasladados, el autobús paró e hicieron bajar a todos los hombres, uno de ellos era su padre y nunca más volvió a verlo….supo que los había fusilado, nada más.
En la guerra hay de todo horribles y bellas historias.
En la capital unos amigos nos contaban como hay un dicho desde que acabó la guerra: «Cuando aquí preguntas «¿cómo estas?», se responde….»Bien, estoy bien en tanto que nadie quiera matarme».»
Un país que ha sufrido tanto que ya no tiene ganas de sollozar más y las nuevas generaciones en su mayoría quieren olvidar y continuar aunque, otros, empapados del odio aún presente y del rencor aún fresco que han heredado de sus padres…. no quieren perdonar y mantienen presente el distanciamiento. Según nos dicen están al 50% estas dos mayorías de pensmiento.
Bosnios, Serbios, Croatas… todos la misma gente, no hay más diferencia entre ellos que la religión y la única forma de diferenciarlos es conociendo sus nombres o apellidos, imposible de otro modo. Todos ellos, amables, humildes, nos han echo más y enriquecedor y fácil cruzar el pais de norte a sur. El cambiar de planes y decidir recorrer Bosnia ha sido más que un acierto, un regalo. Temíamos que quizá la carretera, (al ser la única que existe) estaría llena de camiones y de tráfico pero no, no ha sido así. El precio de la gasolina hace que la gente no pueda usar el coche para trayectos largos por lo que, fuera de los escasos pueblos grandes, éstas, están vacías casi totalmente y eso para nosotros es lo que se dice: calidad de vida.
En este país, el sube baja es constante, aquí a penas existe el llano. Las continuas pendientes nos ha roto las piernas al tiempo que las fortalecían junto a nuestras ganas de continuar avanzando con curiosidad y, cuánto más conocíamos, más ganas de seguir conociendo afloraban.
Así llegamos a Sarajevo y sucedió que coincidimos con el aniversario de esta ciudad, con unos cuántos ciclistas y con algunos nuevos amigos que nos fueron contando sobre la historia de este lugar que fué sitiado por 4 años. También nos hablaron de sus orígenes con el imperio Turco, de como fueron llegando judíos (desde españa), cristianos, musulmanes, protestantes y todos se fueron quedando para compartir este mágico lugar de paz por cientos de años. En la misma manzana puedes encontrar una mezquita junto a una iglesia, puedes oir las campanadas al tiempo que el iman llama a sus gentes desde lo alto de la torre de la mezquita. Y todo sucede al mismo tiempo, en este lugar al fondo de un valle de montañas que superan los 2000 metros y que rodean la ciudad. Montañas que abarrotadas de pequeñas casitas la hacen aún más hermosa.
Sarajevo, un lugar en el que uno sin haberse ido, ya piensa en volver. Un lugar que engancha y nadie sabe porque pero como dice un compositor francés….»(…)aquí mi corazón tiembla hasta estando en una simple oficina de correos como nunca lo hizo en París por muy bella que sea. La coexistencia de imperios y culturas la ha dotado de una especial y electrica energía que lo empapa todo y a todos».
Así es.
Viajando se descubren rincones que están la ruta y que uno cruzó porque simplemente estaban ahí pero, acabaron siendo la joya de todo el camino recorrido. Eso es lo que ha sucedido con Bosnia Herzegobina un país sin duda ninguna para recomendar.
Y de aquí partimos hoy, rumbo al Este de nuevo.
Después de la nieve de ayer el día hoy amanece soleado y ahí vamos, decididos a cruzar las montañas tras las cuales encontraremos el buen tiempo, Serbia y….¿quién sabe cuántas cosas más?.