– y ¿porque decidiste hacer este viaje? – me pregunta Mike en la oficina de turismo del Gran Cañon
– Porque no quiero morirme sin haber vivido- le contesto sonriendole –
Prefiero morir intentado vivir, que morirme sin haber vivido.
Como ya sabéis todos, ahora yo, Aitor, continuo este viaje en solitario. Así como comencé en el año 2006, pedaleé entre otras cosas la cordillera del Himalaya sin más compañía que la gente que me encontraba por el camino. Y ahora parece que otra vez voy a pedalear la cordillera de los Andes, entre otros muchos lugares también solito. Todos estos años en el que os hemos contado en el del blog las historias que nos han ido pasando, he sido yo el que ha ido con la cámara de fotos sacando las instantáneas que hemos ido colgando en la página web.
Como siempre he pensado que una imagen vale más que mil palabras ( a lo mejor porque no tengo el don de la palabra ni el de la escritura), seguiré contándoos a mi manera más a través de imágenes que de palabras.
Ha sido casi un mes y medio de ir poniéndome en forma poco a poco, después de un largo tiempo de parada, y con tanto cañón, y el sube y baja que eso conlleva, ha sido más duro de lo que pensaba. Eso sí, el primer día que me monté en la bici con las alforjas puestas y salia hacia la incertidumbre, sin saber donde iba a dormir esa noche, sin haber planeado nada mas que la carretera que quería seguir, me vino otra vez esa sensación, ese sentimiento profundo de saber que estoy en casa, que todo está bien, y que es esto justamente lo que quiero hacer. Ver y conocer el mundo a ese ritmo que solamente la bicicleta te puede dar. Sin prisa, disfrutando el momento presente, sin hacer planes más allá de los siguientes 100 o 200 kilómetros.
Amigos, esta parte del mundo es la ostia ( no lo voy a intentar describir, porque me es imposible). A mí que me gustan los desiertos y también la altura, este lugar es la combinación perfecta donde se disfruta cada minuto. Es llamada «la meseta del colorado». Es un altiplano que esta situado entre Utah, Arizona, Colorado y nuevo México a una altura de unos 2000 metros de tierra y roca roja, pero roja como jamas en mi vida había visto.
Puesto que llevaba años queriendo conocer estas tierras he decidido dedicarle tiempo y no escatimar en esfuerzos para ahorrarme kilómetros. He intentado visitar, ver y disfrutar los parques nacionales más interesantes.
En el parque nacional de «Canyonlads» venía con la nota apuntada después de leerme el libro de Salva Rodriguez, de pedalear la «Shafer Trail». Y tengo que decir que fue un acierto. Gracias Salva, siempre, cada vez que me has recomendado algúna ruta o pista, he disfrutado de lo lindo a la vez que he sufrido.

Duro pero merece mucho la pena, por las formas esculpidas en las rocas por el viento, la lluvia y el hielo.
Los arcos imposibles de el parque nacional de Arches, ha sido una de las cosas más espectaculares de todos estos lugares.
Como siempre los encuentros con la gente han sido buenísimos, y otra vez me encanta darme cuenta de lo ignorante que soy cuando visito un país con mis estereotipos en la mente y me doy cuenta de que es justo lo contrario. Menuda buena gente estos americanos, siempre dispuestos a ayudar, a entablar conversación. Todos estábamos de acuerdo en que esos lares son de los más bonitos que hemos visto en nuestras vidas.

Diferentes colores y tonalidades del rojo que ocurre por el hierro que está mezclado con la tierra, que al oxidarse se convierte en color rojizo.
Lo único que no ha sido muy cómodo es que ha llovido bastante más de lo que es habitual en esta época. De hecho estos meses de mediados de septiembre y octubre deberían de ser secos o casi secos, sin apenas precipitaciones, y sin embargo, aparte de que ha estado lloviendo unos cuantos días con 4 o 5 grados de temperatura, cuando salía de Bryce Canyon, y otro día en el Gran Cañón Del Colorado estuvo nevando con ganas.

Cuando se juntan la nieve y el viento en contra, uno se da cuenta de que no es el mejor día para pedalear.
La nieve la llevo bastante bien, porque apenas moja, pero que llueva a 4 o 5 grados y después tenga que acampar, eso ya me fastidia más. Pero no queda otra que tirar, vivir o sobrevivir con lo que toca. La gente suele ver o imaginarse el lado bonito de viajar en bicicleta, pero está también la otra cara de la moneda que pocos se dan cuenta que existe.
Pero como todo, todo termina, después de la tormenta viene la calma, y es ahí donde uno vuelve a disfrutar incluso más, porque acaba de saborear lo que es dormir en una tienda de campaña húmeda, dentro de un saco de dormir húmedo. Despertarse cuando aún está lloviendo con un frío que te entra hasta los huesos, y tirar.
Esos es justo lo que me pasó en Bryce Canyon, que cuando llegué al primer pueblo que estaba muy cerca de donde acampé, entre en una lavandería de auto servicio, y metí todo, absolutamente todo en la secadora. Desde la ropa que había utilizado el día anterior y por la mañana, hasta el saco de dormir e incluso la tienda de campaña. Pero como he dicho antes, el sol siempre sale después de la tormenta, y permite disfrutar otra vez.
Una de las cosas que más me gusta viviendo como un nómada, es saber, mas que saber, tener la certeza de que al final del día voy a encontrar un lugar tranquilo para poner la tienda de campaña y no tener que preocuparme de nada mientras duermo y me recupero para el día siguiente.
Onaaaaaaaa Aitor!!!!!
Ez nuen gutxio espero zutaz 😉
Eutsi gogor eta gozatu!!!!!
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